Historia de un adiós parte 1





No me llamaba, no me escribía como era costumbre, y yo no esperaba que lo hiciera.
Calló la tarde, fría, el cielo nublado, triste. 
Sonó mi celular y... era el, quería verme, o eso creí yo. 
Me puse lo mejor que tenía, y salí. 

Allí estaba el, como era de esperar no me beso, caminamos por todo aquel andador como completos desconocidos, como tonta quise rosar mi mano con la suya, al sentirlo el se cruzó de brazos, pero no me dí por vencida.
El aire soplaba cada vez más fuerte, era como si el clima nos quisiera unir para olvidar todo lo pasado con un abrazo. Yo temblaba de frió y el lo notaba, pero trataba de actuar indiferente.

Nada estaba bien y yo no quería aceptarlo. 

Llegamos a ese café, uno de mis lugares preferidos, siempre he creído que un café es para reencontrarse, para olvidar los errores, para comenzar de nuevo, aquel aroma nos insita a olvidar lo malo, y contar recuerdos agradables, pero no fue así, para el nada va a ser así. 

En aquella mesa estiraba mi mano para rosar la suya y la alejaba más y más.
No quize pedir un café, la situación era triste como para tomar uno, pedí un té.

Comenzó una platica bastante molesta, donde yo torpemente le reclame todo, ¿Ya para qué? Todo estaba perdido. El... Sonreía y seguramente me daba el avión como muchas otras veces, lo notaba en su mirada, no le importaba, decía que lo tomaría en cuenta pero sabia que no sería así porque esto no era de preocupar. yo casi lloraba... el no sentía nada. Estaba más interesado comiendo aquel panque.

Le pregunte... Porque no me miraba a los ojos al decir "Te amo", Creo que fue lo más ridículo que el pudo escuchar, respuestas tontas fueron las que yo obtuve. Mi mundo se desmoronó en aquella tarde, justo en esa mesa con aquella taza del peor té de frutos rojos frente a mi. 
-Vayamos afuera, dije.
- ¿Qué te pasa? La lluvia esta azotando la ciudad.
- No me voy a deshacer con gotas.

Salimos y la lluvia no dejaba de caer, nos sentamos en medio de ella, y comenzó todo, comenzó el fin.

Allí estaba yo, escuchando como de sus labios salía ese temido "Ya nada es igual" mi corazón se desgarro, las lagrimas caían sobre mi rostro, pero creo que no podían verse, la lluvia igual caía sobre mi, ¿Qué podía hacer? ¿Dejarlo ir? ¿Irme yo?

Muchas preguntas pasaron por mi cabeza, ¿Porqué? ¿Porqué?
No recuerda cuantas veces lo apoye, no recuerda cuanto tuve que comprenderlo, entenderlo, hacía todo por estar en su lugar, cuantas veces necesito algo de mi, y yo estaba allí, no recuerda cuanto me esforcé por hacerlo sonreír ¿No? Recuerdo como lo conocí, frió, con el corazón como hielo, sin poder mirar a nadie a los ojos, yo dí mucho de mi por devolverle aquella sonrisa que seguramente tuvo de niño, se que no soy la mujer perfecta, pero si le hice miles de días felices, le enseñe lo maravilloso que es mirar el cielo y sentir el aire en su rostro, le enseñe a disfrutar de una lluvia por la tarde, a apreciar el maravilloso aroma del café, le enseñe a caminar hacía adelante hasta cansarse y al final observar a donde había llegado, lo hice abrir su corazón cuando parecía que tenía miles de candados, yo estuve paciente esperando a que el hablará,  que me dijera que guarda, que se desahogara hasta llorar que yo se lo mucho que le faltaba y... ¿Ahora? ¿Ya no lo recuerdas verdad? 

Pero... Para que, para que me atormento así, el chico al que yo le enseñe todo eso y más, ya no existe, ya no esta, se fue, ese chico de esa tarde de café, era otro muy diferente a aquel del que me enamoré, era un chico más frió que esa tarde, lleno de soberbia, coraje, rencor, orgullo, ese chico se estaba riendo de mi, de mi dolor, no era aquel que un día me dijo,"Viajaremos por todo el mundo, te lo prometo" 

¿Fue divertido reírse de mi? ¿Pedirme un abrazo final con una sonrisa en el rostro? ¿Te divertiste verdad?

Te ahorré un trabajo. Me fui primero.

"Cuídate mucho, se bueno" Fueron mis últimas palabras, recuerdalas, porque esas palabras te harán llorar de amargura un día. Te lo prometo


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