Elegí quedarme a tu lado




Hoy quiero escribir... No, no, no estoy comenzando bien. No solo quiero escribir… no se trata solo de mi ritual sagrado y consagrado de las noches, donde hago sangrar, aunque sea a la fuerza las yemas de mis dedos en el intento, inocente y persistente de crearme un oficio, una disciplina. 
No. Esta noche necesito escribir, las letras salen solas y con fuerza y se apilan en pequeños montones….


Siempre fui una niña mala. Mala por que era diferente, mala porque era solitaria, mala porque nunca encontraba mi lugar. Siempre fui la chica rara, la loca de la casa, la aislada, la huraña. No tuve con quién compartir mis anhelos, mis sueños, mis más secretos temores: las lágrimas siempre se saboreaban solas. ¿Sabes? Pasé noches, largas y muchas, pensando que si algo andaba mal, era en mi, que yo hablaba otro lenguaje, que me era más fácil esconder la cara y huir, correr siempre contra la corriente, correr hacia donde el viento me llevara, correr como una piedra rodante, sin dejar crecer el musgo, sin un hogar ni un destino, sin tener ningún por qué.

Y luego llegaste tú.



Te reconocí en un instante. Una tarde casual, donde como he dicho, nunca busque nada más que reparar un celular. Yo no te conocí: te reconocí. Fue algo en tu mirada que me dijo: "Es el", fue algo en el tono de tu voz, en el juego torpe de tus movimientos, en las medias sonrisas, en las miradas veladas que me atrajo hacia ti. 



 ¿Qué veo en ti? Veo a un cómplice, a mi mejor compañero, mi más entrañable amigo, alguien con quien puedo ser yo misma, puedo reír contigo sin parar! Me siento tranquila, me siento simplemente yo, me siento viva.

Veo una brújula, un faro de luz que me recuerda en las tempestades hacia donde va el camino, en donde esta mi hogar. Veo a un loco que habla mi mismo lenguaje, entiende mis señas y sabe ese idioma secreto que solo entre los dos podemos hablar. Veo a un hombre verdadero, determinado a darlo todo por quienes ama, que no teme hacer sacrificios pero que está dispuesto a luchar por sus sueños, que no se atrevería a dejarlos olvidados en un cajón, capaz de luchar hasta el final. Veo una sed de conocimiento, la curiosidad despierta del niño y la certeza adquirida del viejo. Veo -y admiro- la fiera disciplina del oficio de la vocación.

Veo -siento- un aroma animal de amante que despierta mi cuerpo y mis sentidos y me hace erizar la piel. Veo -Entiendo, disfruto, comparto- la mente ágil y la fantasía y sueños que habitan y los intrincados corredores y pasadizos de una mente que me fascina, que me seduce. Veo -leo- las letras que me hipnotizan, que me emocionan, los cuentos que quiero escuchar cada noche antes de dormir. Veo, en pocas palabras, los ojos que quiero sean lo primero que mire al amanecer y lo último cuando anochezca, veo la figura del hombre a quien quiero pasar toda mi vida haciéndole el amor, con el cuerpo, con palabras, con historias, con caricias, con la piel y con la mente. Veo al padre de mis hijos. Veo mi pretérito, mi presente y mi futuro en ti

No mentiré: Algunos hombres pasaron por mi vida. Dije “Te amo” más veces de las que quisiera contar ¿Qué es diferente ahora? Me preguntas tú. Y la respuesta más sincera que puedo darte, es que Yo elegí quedarme a tu lado porque tú, solo tú penetraste en la coraza, ante ti me expuse desnuda y sin pretensiones, descubriste lo más hondo, lo más negro y aun así decidiste amarme. Porque aunque no me hayas dicho te amo, se que me amas.

 Conociste a la niña recelosa y herida, conociste a la mujer desconfiada, agresiva y mentirosa- todavía, todavía me cuesta mucho desprenderme de tantas heridas-. Y al amarme, al perdonarme, las liberas, liberas mis miedos, me haces aparecer. Por primera vez en la vida, tengo un lugar verdadero, por primera vez tu me entiendes cuando hablo, cuando callo, cuando grito y cuando lucho. ¿Y tú? Tú llegaste a mi despojado de mentiras, sincero siempre, con la frente en alto. Dispuesto a protegerme, a luchar por mi, por ti, por nosotros. Y eso es algo que nunca podre pagarte

Así que, esta es una pequeña carta de amor que decidí colgar aquí para que la mires cada vez que te de por abrir viejas heridas, que no son pocas las veces. No es una carta buena, no elegí las mejores palabras, no se nada de estilo y menos de gramática. Lo que puedo ofrecerte, es que es una carta sincera. Aquí, en cada letra, estoy yo. Y yo, soy tuya. Enteramente tuya, por que así lo he decidido.

Ahora, amor, a seguir caminando juntos. Paso a paso. Yo estaré tomando tu mano. Y cuando sea el momento… juntos ¡A volar! Que es lo que más te gusta. 




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